viernes, 2 de julio de 2010

No hay lugar para el amor



No hay lugar para el amor
(Capítulo primero)

Carmen se levanto con dolor de cabeza. La habitación se encontraba en penumbra; la escasa luz entraba tamizada por las persianas de las ventanas. Al levantar la mano para intentar mirar la hora en su reloj de pulsera, emitió un gemido, estremecida, recordando cada detalle, que la había mantenido despierta hasta altas horas de la madrugada. Ese tormentoso recuerdo, que simbolizaba su cobardía…, recordaba esa nítida imagen de Carlos, con las manos en los bolsillos de sus pantalones y los pies firmemente plantados sobre el suelo, mirándola fijamente. El intenso silencio mientras esperaba que ella hablara, sus ojos verdes, que la recorrían deteniéndose sobre su cuerpo más tiempo del que ella consideraba oportuno, para su firme cordura.
-No- le había dicho Carmen-no me interesas lo más mínimo, eres simplemente un hombre más de los que conozco y no siento nada especial por ti.
-¿Está segura?- Pregunto Carlos mientras caminaba en dirección a ella, Carmen se tenso, por un momento la situación se le presentaba descontrolada, su dominio comenzaba a ser algo imprevisible.
-Completamente segura- por alguna razón, la voz de Carmen no era firme, no podía disimular, para que Carlos no se diera cuenta de que estaba temblando. Antes de que pudiera evitarlo, Carlos estaba justo delante de ella, tan cerca, que sus cuerpos se rozaban, poso su mano sobre su barbilla elevando su rostro, para encontrar sus miradas frente a frente. El corazón empezó a latirle acelerado y dentro de ella, el deseo empezó a crecer como si fuera fuego liquido.
-creo que esta conversación, está más que concluida- murmuró con voz temblorosa.
-Bien- Carlos emitió una carcajada en voz baja y sensual, aumentando aún más su deseo.
- Creo que entonces, los dos somos capaces de dar el significado exacto a lo que sentimos-. Y dicho eso, la empujo hacia la pared, y se echo nuevamente a reír, tan cerca de ella que su aliento le abanicó el cabello
- Esto que va a suceder, tendrá el significado justo- La rodeó con los brazos y la beso en los labios, acorralándola, ella ni siquiera pensó en resistirse, cuando el intensifico el beso, explorando y exigiendo.
Una primitiva excitación se adueño de ella, respondiendo ardientemente. A ese beso siguió otro, salvaje, obligándola a dejar de pensar, solo existía el silencio de la habitación, la rigidez de la pared a su espalda, el cálido cuerpo de aquel hombre y la pasión de sus besos que la mareaban.
En algún momento dejo de besarla, dejándola frustrada y confusa.
-Pues yo te quiero a ti en mis brazos, cubrir tu cuerpo con el mío, saborearlo, llenarlo de besos, saciarme de su insinuante caudal de placer al hacerte el amor, Carmen-. Esa declaración la despertó bruscamente a la realidad y le permitió colocar las cosas en el lugar que ella se sentía segura.
-No es amor, sino sexo- le dijo -¿Y que demuestra esto?, Que sexualmente no soy inmune a ti…, ¿Y que?, Mírate al espejo, eres un hermoso ejemplar masculino, que atraería a cualquier mujer, eso no es amor y no tiene más importancia. Te sugiero, que jamás vuelvas a tocarme, no quiero tener una aventura contigo, por si no lo sabes un no, significa no-. Carmen respiro profundamente intentando mantener la calma. Carlos clavo su dura mirada en ella, y fue descendiendo de forma insolente por todo su cuerpo, ella deseo abofetearlo, quizá así dejaría de asediarla de forma tan insistente.
-No me cabe duda, que tendrás motivos, para crear una infranqueable barrera entre los dos. - le dijo, y a continuación se dio la vuelta y salió de la habitación cerrando la puerta de golpe.
Carmen se había mantenido con la cabeza bien alta, mientras Carlos la examinaba detenidamente, ahora que él no estaba se derrumbo, busco como una autómata el refugio de su habitación y se tumbo sobre la cama, mordiendo la almohada para contener las lagrimas. No estaba dispuesta a demostrar el menor signo de debilidad. Por mucha atracción que sintiera hacia el, ella no se enamoraba, no creía en el amor, los hombre eran para ella un divertimento y Carlos amenazaba con significar algo distinto y ella lo apartaría de su camino. Buen propósito, pero la fuerte atracción y la necesidad sexual insatisfecha, había permanecido en ella, aún después de quedar dormida. Ahora al despertar se había transformado en aquel fuerte dolor de cabeza, que le recordaba, que tenía que volver a huir de su realidad, de su necesidad de que su corazón fuera libre, aunque la profunda soledad que sentía la estuviera matando.

2 comentarios:

  1. Me trae recuerdos este relato, recuerdo que el alumbramiento, tubo su más y sus menos, jajajaja...
    Te quedó, rechulo, Nati de mis entretelas... mañana más...
    Un besuco...
    Muakkkkkkkkkkkkk
    Antoñi

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  2. Nati Valle Jorge4 de julio de 2010, 0:14

    Impresionante, me he quedado alucinada ,no pense que escribieras tan bonito,solo te dire que espero con impacienciael proximo capituloy y dartelas gracias por sumergirme en este mundo tan fantastico....xxxapo!!! un besote, gracias .Nati

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