domingo, 4 de julio de 2010

No hay lugar para el amor (Capitulo 2º)





No hay lugar para el amor (Capitulo 2º)


Carmen con su mirada fija en la calle, que divisaba a través del cristal de la ventana de su dormitorio. Sus ojos estaban fijos absortos, difícilmente cualquiera que la observara nunca podría saber, que el exterior ni siquiera le era perceptible, puesto que su mente vagaba en sus tormentosos recuerdos, que hacían su existencia algo errante, con un miedo horrible a echar raíces a abrir su corazón y quedar expuesta, vulnerable a las debilidad de necesitar amar, compartir y que por ese motivo volvieran a destrozar su alma como si ella, fuera algo que se coge cuando se necesita y en la manera que se necesita sin tener en cuenta sus sentimientos.

Ella había sido una niña diminuta y después una esbelta e imponente adolescente. Sus grandes ojos negros, con largas y curvadas pestañas, su piel clara, luminosa como su cabello largo de salvajes rizos de color negro, le habían dado un aspecto de mujer sensual, hermosa, a una edad que ella no estaba preparada para enfrentarlo. Cada vez que aparecía alguien en su vida, mencionando la palabra amor, su mente retrocedía sin control al pasado. Aquella era su habitación su refugio y su seguridad y ella había tenido que cuidar mucho su seguridad, permanecía en ella desde que Carlos se fuera, ni siquiera la necesidad de alimentarse, le había obligado a abandonarla, el era un hombre que había aparecido con la intención de significar algo en su corazón y ella había vuelto imprimir en su mente otra cara, que el recuerdo aceleraba su corazón de miedo, necesitaba obligarse a saber que todo estaba en su pasado, que estaba muerto y que su presente era distinto y dejar de huir. Quizá entonces podría entregar algo más que su cuerpo a alguien, podría dejarse amar y amar, compartir el viaje de su existencia, por la vida y dejar de estar sola y sonreír al sentirse completa y cobijada en los brazos de un hombre como Carlos.

Ese primer día de la semana se estaba convirtiendo en una autentica pesadilla para Carlos, había perdido su vuelo a Madrid, por su necesidad de comprobar que una insignificante mujer le rechazaba, antes de que pudiera argumentar los sentimientos que le obligaban a insistir en una relación, que ella ni siquiera quería plantearse y mucho menos intentar dar una oportunidad. Estaba muy cansado para enfadarse, pero sabía que muy pronto y a pesar del cansancio, seria presa de la rabia. El no era un inexperto, por su vida habían pasado muchas mujeres y sabía muy bien identificar la necesidad, y la pasión de una mujer cuando su cuerpo se estremecía de oleadas de deseo, las había sentido en Carmen y se había sorprendido de la intensidad y profundidad que sin querer ella había expresado, la dilatación de su pupilas al mirarle, su piel erizándose, tornándose en un sonrosado, que la sorpresiva pasión no pudo evitar. Sentía rabia, por la actitud de alguien que se negaba una oportunidad a ella misma, y al mismo tiempo le inquietaba el misterio de la causa…, ¿Que ocultaba esa actitud?..., cuando estaba claro que ella no era tan inmune a el como pretendía aparentar, algo dentro de él le decía que tendría que volver a enfocar la relación desde otro frente y descubrir que ocultaba Carmen.

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