martes, 10 de agosto de 2010

A mi viejita Linda

A mi viejita Linda

El perfil del horizonte, con su luz crepuscular me abstrae, siento el avance del tiempo como una bocanada soberbia que se traga trocitos de mi ser y me pregunto; ¿Por qué?... no es fácil descifrar un estado de ánimo si no se conocen las heridas del alma de la cual se apropia.
En mi mente aparece una imagen nítida, la imagen de un frágil cuerpo de mujer, vapuleado por todas las grietas que la tierra abrió bajo sus pies. Su coraje y su arraigo a la vida siempre le dieron el equipaje para franquear la adversidad, ahí donde lo obtuso amasa con brusquedad sus férreas raíces. Son esos pies cansados, que aún la sostienen apoyada en su andador, los que me llevan a rebuscar en las coordenadas de mi memoria y solo encuentro vahídos que desdibujan momentos, que quizá ella misma no sabría responderme;
_ ¿Cuánto tiempo hace, viejita linda, que tus ojos dejaron de tener luz?_, pregunta que se ahoga en ese cauce seco donde se agolpa mi llanto, para que sus oídos no lo capten.
Su rostro hace tanto tiempo que no atesora una sonrisa, que pareciera esculpido en cera, de una dolorosa envejecida y eterna, en vez de mortal…
_ ¿De qué me sirve la pena?, No puedo devolver la luz a tus ojos_ Mi impotencia, es casi tan diáfana como el tiempo transcurrido desde esa última puesta de sol, que divisaron sus ojos, o el centelleo de las estrellas en el cielo.
Envuelvo mi cuerpo con mis brazos, este cuerpo que broto del suyo;
_ ¿Cómo podría protegerte de ese camino triste, donde tus pisadas se achican a cada momento, y te vuelves niña sin remedio?, Oigo sus dulces palabras infantiles y deseo acunarla en mi regazo, para resarcirla de todas la deudas, que facturo a la vida, y que su corazón olvidó su debito.
Es poco, tan poco, lo que yo puedo darle que como un grito sin voz, lo sostengo en los hombros del viento, para que sirva de manta a su bella alma;
_ ¡Viejita linda, mamá, te adoro, te quiero!_ Será mi grito y mi susurro, mientras tenga voz mi memoria….

1 comentario:

  1. El mayor tesoro de Linda, son tus palabras. El susurro de amor con la que le envuelves, te devolverá la esencia de la eternidad. Por siempre, aún cuando tus ojos no vean, tu boca no hable, ni siquiera tu corazón regale a la vida tus latidos intensos, se borrará en el aire, la esencia de tu cariño.
    Antonio.

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